"Que me maten, pero aquí"
Marisela tenía una hija. Se llamaba Rubí. La mataron en agosto de 2008. Tenía 16 años y una niña recién nacida. En cuanto su dolor le permitió ponerse en pie, Marisela emprendió la búsqueda del asesino de su hija. Un año después, la policía detuvo al ex novio de Rubí, un tipo llamado Sergio Rafael Barraza, quien confesó que la había matado y quemado después. Hasta indicó el lugar donde había abandonado sus restos. Todo parecía apuntar a que el caso quedaba cerrado. Pero estamos hablando de Juárez, la ciudad del norte de México donde, desde 1993, han sido asesinadas más de 500 mujeres ante la pasividad, y en algunos casos la connivencia, de fiscales, jueces, policías y políticos.
Así que, el pasado 29 de abril, tras apenas unos meses en prisión, Sergio Rafael Barraza, de 25 años, quedó en libertad. Los tres jueces que le abrieron la puerta de la cárcel justificaron su decisión en la falta de pruebas. La lucha de Marisela -convertida ya en una conocida activista- logró que el juicio fuera revisado. El 26 de mayo pasado, un tribunal condenó a Sergio Rafael Barraza a 50 años de prisión y ordenó su captura. Demasiado tarde. El asesino ya había volado.
A sus 52 años, Marisela Escobedo no tuvo más remedio que echarse de nuevo a la calle. El pasado mes de julio, fue desde Ciudad Juárez a la ciudad de México para entregarle una carta al presidente de la República, Felipe Calderón, suplicándole ayuda. La acompañaba Bertha García, cuya hija, Berenice, permanece desaparecida desde el día de Reyes de 2009, y sus respectivos nietos: Heidi, hija de Rubí, y Gustavo, hijo de Berenice. Pero el presidente Calderón no las recibió. A su regreso, Marisela empezó a recibir amenazas del asesino de su hija.
Tan contundentes empezaron a ser los mensajes que, hace 10 días, Marisela decidió instalarse frente al palacio de Gobierno de Chihuahua, el Estado fronterizo con Estados Unidos cuya ciudad más poblada es Juárez. Hace sólo una semana, Marisela Escobedo explicó su decisión ante las cámaras de televisión: "No me voy a esconder. Si me va a venir a asesinar, tendrá que venir a asesinarme aquí para vergüenza del Gobierno. Tengo amenazas por parte de él, de la familia. Él ya está involucrado en un grupo del crimen organizado. ¿Qué está esperando el Gobierno? ¿Que venga y termine conmigo? Pues que termine conmigo, pero aquí enfrente, a ver si les da vergüenza".
Marisela fue asesinada el jueves por la noche. Enfrente del palacio de Gobierno de Chihuahua.
Según se puede ver en un vídeo grabado por una cámara de seguridad, Marisela fue atacada por tres tipos. En un primer momento, la mujer logró escapar y cruzó la calle, pero su asesino la siguió, le dio alcance y le disparó en la cabeza, a quemarropa. Dos de los agresores huyeron a pie, mientras el homicida era recogido por un coche de color blanco. Marisela fue trasladada con un hilo de vida a una clínica, pero falleció poco después. Como suele suceder en estos casos, los que en vida no la supieron proteger ni darle justicia, lloraron su muerte con grandes palabras. El gobernador de Chihuahua, César Duarte, declaró: "Fue un ejemplo de vigor, de fortaleza para buscar a quien asesinó a su hija hace dos años".
Marisela fue enterrada ayer. El coche fúnebre, seguido por una comitiva de 50 vehículos, iba escoltado por un fuerte dispositivo de seguridad por las calles de Ciudad Juárez, la más violenta de México, con mas de 3.100 asesinatos de los casi 12.500 perpetrados en el país en lo que va de año. Los restos de Marisela recibieron tierra junto a los de su hija Rubí.
Algún día alguien le contará esta historia a Heidi, que no conoció a su madre y apenas a su abuela.